domingo, 8 de enero de 2017

HISTORIA SION







"SANGRE.
LA HUELO.
LA DESEO. LA ANHELO. ¡LA NECESITO!
Ya está cerca. AHÍ VIENEN.
¿SIN CADENAS? ¡LIBRE! ¡MATAR!
A MI ALCANCE. ¡SÍ! ¡MUERE! ¡MUERE!
Se acabó. Demasiado pronto. Sin luchar. Más. Quiero... más.
¿Una voz? Desconocida. Lo veo.  El gran general. Mi general.
Dirige. Yo sigo. Marcho. ¿Adónde? Debería saberlo. No lo recuerdo.
Todo se coagula, formando una sola imagen. ¿Acaso importa? Noxus conquista. ¿Y el resto? Es trivial. Llevo tanto… sin probar la victoria.
El armatoste se balancea. Traquetea. Una jaula abarrotada. Una ceremonia absurda. La espera enloquece. ¡Más deprisa, perros!
Allí. Estandartes. Los demacianos y sus murallas. Cobardes. Las puertas caerán en pedazos. Los recuerdos de la masacre acuden con facilidad. ¿Quién dio la orden de parar? Los lacayos no responden. No hay rostros conocidos. Si yo no lo recuerdo, tampoco lo hará la historia.
La jaula se abrió. ¡Al fin! Terminó la espera. ¡A LA CARGA!
¿Hondas y flechas? ¡Armas de niños! ¡Sus murallas no los salvarán!
Puedo saborear su miedo. Se encogen a cada golpe y a cada astilla que salta de sus barricadas. ¡YA QUEDA POCO!
Tambores noxianos. Gritos demacianos. La Gloria se hace de alabanzas. ¡La Gloria es sangre en las manos! ¡Esto es vida!
Mil cadáveres demacianos yacen a mis pies y los hogares de Demacia arden a mi alrededor. ¡Acabó demasiado pronto! Solo uno más...
Los hombres me miran fijamente. Hay miedo en sus ojos. Si temen mirar de frente la Victoria, debería arrancarles esos ojos de cobarde. No hay miedo en los ojos del gran general, solo aprobación. Está satisfecho con esta conquista.
Mientras recorro el campo con el gran general, contemplando la carnicería, ardo en deseos de encontrar más adversarios. Cojea. ¿Una herida en la pierna recibida durante la batalla? Si le duele, no lo demuestra. Un auténtico noxiano. Pero no me gusta  su mascota; picotea a los muertos sin haberse ganado nada. Los sabuesos de guerra del general eran mejor compañía.
Demacia estará dentro de poco en nuestras manos. Puedo sentirlo. Estoy listo para marchar. El gran general insiste en que descanse. ¿Cómo puedo descansar, cuando mis enemigos siguen vivos?
¿A qué esperamos? La espera me carcome. Me quedo solo. El ave me observa. Es inquietante. Si fuese de cualquier otro, la aplastaría.
La fatiga se apodera de mí. Nunca me había sentido tan... agotado.
¿Boram? ¿Eres tú? ¿Qué susurras?
¿Dónde estoy?
¿Prisionero? Enjaulado, igual que un perro. ¿Cómo?
Hubo... la batalla, el saqueo de la fortaleza, el canto del silencio. ¿Nos tendieron una emboscada? No lo recuerdo.
Me hirieron. Siento la carne desgarrada… pero no dolor. Me dieron por muerto. Y ahora soy su precio. El destino se burla de mí. ¡No me enjaularán! Lamentarán haberme perdonado.
¡Gusanos demacianos! Hablan con palabras amables, pero son tan implacables como el que más. Este lugar es un pozo malsano. No me traen comida. No me torturan. No me exhiben como ejemplo. Me dejan para que me pudra.
Recuerdo mi momento más dulce. Tenía a un rey por la garganta y sentía sus últimos latidos a través de las manos con las que lo aferraba. No recuerdo haberlo soltado. ¿Es esta tu venganza, Jarvan?
Oigo la marcha triunfal. Botas sobre la piedra. Lejanas, más allá de los muros de la mazmorra. La cadencia de los tambores noxianos. Seré libre. ¡La sangre demaciana correrá por las calles!
No vino nadie. No oí lucha alguna, ni retirada. ¿Fue todo fruto de mi imaginación?
No hay dolor en este muñón. Apenas noté la bota de hierro.



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