sábado, 7 de enero de 2017

HISTORIA GANGPLANK







"Yo ya degollaba gente y hundía galeras de guerra noxianas cuando tú todavía mojabas los bombachos, marinerito. No querrás enfrentarte a mí."
Impredecible y brutal, el autoproclamado rey de los saqueadores a quien todo el mundo conoce como Gangplank impera sobre Aguasturbias mediante una mezcla de miedo, violencia y astucia. Doquier que dirija sus negras velas, muerte y ruina habrán de acompañarlo, pues tal es su mala reputación que la mera visión de su insignia en el horizonte pone a temblar hasta al marino más curtido.
Gangplank hizo fortuna abusando de las rutas comerciales de los Doce Mares, y así se ganó muchos enemigos poderosos. En Jonia, provocó la ira de la mortífera Orden de la Sombra tras saquear el Templo del Cuchillo Dentado y hasta se dice que el mismísimo  gran general de Noxus juró ver a Gangplank hecho pedazos, luego de que este le robara el Leviatán, el buque de guerra personal de Swain y el orgullo de la flota noxiana.
Aunque Gangplank ha provocado la ira de muchos, nadie ha podido llevarlo ante la justicia, a pesar de los asesinos, cazarrecompensas y flotas enteras que han mandado tras él. Ver la creciente cantidad de recompensas que ofrecen por su cabeza le produce un despiadado placer y se asegura de pegar los avisos en el tablón de los más buscados de Aguasturbias, para que todos los vean siempre que regresa al puerto con su barco lleno de tesoros.
En épocas más recientes, Gangplank fue derrotado por obra de la cazarrecompensas llamada Miss Fortune. Destruyó su barco con todo Aguasturbias como testigo, mató a su tripulación y destrozó su aura de invencibilidad. Viéndolo vulnerable, las pandillas de Aguasturbias se alzaron contra él, peleando entre ellas por el dominio de la ciudad portuaria.
A pesar de quedar horriblemente herido en la explosión, Gangplank logró sobrevivir. Portando una serie de cicatrices nuevas y con un nuevo brazo metálico en lugar del amputado, está más que determinado a recuperar sus fuerzas, reclamar lo que considera por derecho suyo y castigar sin compasión a todo aquel que se vuelva en su contra.
El enorme capitán de guerra noxiano se estremeció y dejó caer su hacha cuando Gangplank lo apuñaló profundamente en las entrañas con su sable. La sangre salía a borbotones de la tatuada boca del guerrero mientras recitaba una maldición nunca antes oída.
Gangplank sacó su sable con desdén y empujó al moribundo hombre a la cubierta. Su pesada armadura hizo un estruendo cuando colapsó. Su sangre se mezclaba con el agua que caía sobre la cubierta frontal de la galera de guerra. El casco pintado de negro del barco de Gangplank se cernía sobre la otra nave, hasta quedar unidas con ganchos y cuerdas de abordaje.
Gangplank apretaba con fuerza sus dientes negros y dorados, aguantando el dolor. El noxiano estuvo a punto de derrotarlo. Aun así, se rehusó a demostrar debilidad frente a su tripulación y sonrió con mucho esfuerzo.
El viento y la lluvia chocaban contra su cuerpo, y giró para echarle un vistazo al resto de los noxianos. Había declarado un duelo mortal contra el capitán enemigo, y ahora que había ganado, su espíritu de lucha se habían esfumado.



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