HISTORIA RUMBLE
Incluso entre los yordles, Rumble era el más pequeño de todos. Como tal, siempre sufría el acoso de los demás. Para sobrevivir, tenía que ser más ingenioso y astuto que el resto. Desarrolló muy mal temperamento y se ganó la reputación de estar siempre buscando camorra. Esto lo convirtió en un solitario, pero le daba igual. Le gustaba retocar objetos, prefería la compañía de los artefactos y era habitual encontrárselo hurgando en el desagüe. Demostró tener gran potencial como mecánico. Sus profesores le recomendaron que se apuntase en la Academia Yordle de Ciencia y Progreso de Piltóver, donde podría haber llegado a ser uno de los mejores estudiantes de Heimerdinger, pero Rumble rechazó la oferta. Creía que Heimerdinger y sus socios eran unos vendidos, que comerciaban con los humanos para venderles tecnología superior yordle a cambio de palmaditas en la cabeza, pero sin dejar de ser el objetivo de sus chistes. Cuando un grupo de graduados humanos de la Academia Yordle viajó a la Ciudad Bandle para visitar el lugar en el que había nacido y crecido su mentor, Rumble no pudo resistir la tentación de enfrentarse a ellos cara a cara (por así decirlo). Tan solo quería echarle un buen vistazo a los humanos, pero cuatro horas y un fuerte intercambio de palabras después, regresó a casa ensangrentado y lleno de moratones, hasta las narices de que le repitieran que era una vergüenza para los yordles iluminados como Heimerdinger. A la mañana siguiente, abandonó la Ciudad Bandle sin decir nada, y no se volvió a saber de él durante meses. Cuando regresó, lo hizo montado sobre una monstruosidad mecánica que producía intensos sonidos metálicos. Se dirigió al centro de la ciudad, rodeado de curiosos, y allí anunció que se uniría a la Liga de Leyendas para demostrarle al mundo de lo que era capaz la tecnología yordle, sin necesidad de esconderse tras un estandarte extranjero.
¡Vaya, me va a llevar siglos limpiar los restos de tu cara de mi armadura!―Rumble
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